Monday, September 19, 2011

MAQUILLAJE DEL CORAZON - CAPITULO UNO


Make-Up suele estar rodeado de glamour. Un mundo donde la belleza es parte del estilo de vida y donde todo debe moverse y actuar de acuerdo con esta belleza. Hasta los envases de cada producto son cuidadosamente diseñados para presentar, más que un producto, un concepto de belleza. Teams of artistas y diseñadores, se pasan horas y hasta días y meses, dependiendo del producto, antes de concluir un prototipo. Si este prototipo debe ser presentado a una mesa evaluadora, a los directivos de una empresa, el proceso puede ser más complicado, tedioso y sobretodo, mucho más lento, en el caso de una compañía multinacional puede llegar a demorarse años. Pero este no era el caso de “Maquillaje Del Corazón”, por lo menos no hasta ese siniestro día en que todo cambió.
Camila había sido la cara bonita de la empresa y por consiguiente de la línea joven, desde que comenzó la escuela secundaria. En ese entonces, sus padres recién comenzaban a comercializar en grande y el marketing fué incluído en las campañas de lanzamiento, más que por gusto, por necesidad. Don Mauricio no estaba de acuerdo con las payasadas comerciales, como él solía llamarlas, pero Doña Ernilda sabía que esa era la receta para el futuro de su compañía. Y como “Maquillaje Del Corazón” era una empresa familiar donde el que firmaba los cheques era Don Mauricio, pero la que tomaba las deciciones y tenía la última palabra era Doña Erlinda, las cosas se hacían como ella mandara, y el marketing no era una excepción.
Fué idea de ella el contratar a Raúl Expósito como Marqueting Director  cuando apenas había egresado de la Universidad. Como toda compañía nueva, no podían darse el lujo de contratar a una firma publicitaria o de marketing de renombre que les cobraría un ojo de la cara para organizarles las campañas publicitarias, quizás hasta miles de dólares por adelantado y de las otras, Doña Erlinda no quería ni oír hablar; le parecía que esas pequeñas productoras de commerciales råpidos para TV hacían spots vulgares y todo lucía de bajo costo y barato, y en esto Don Mauricio estaba de acuerdo con ella. Claro, que para él, todos los comerciales eran basura y una gran perdida de tiempo; en ese aspecto Doña Erlinda debía ser más persuasiva para demostrarle a su marido cuán importante el marketing era en el mundo de la moda. Raúl, además de ser el único creativo de la compañia, ayudaría con los diseños de los estuches, frascos, paquetes de presentación, logos y todo lo que hasta ahora estaba pura y exclusivamente en manos de Doña Erlinda, quién se jactaba antes su marido de haber conseguido esta gran logro por monedas, un módico salario, al principio por lo menos. Raúl se había aparecido con un portfolio de presentación que había entusiasmado tanto a Doña Erlinda, que después de su primer entrevista con Raúl, mandó a cancelar sus otras veinte citas con otros tantos candidatos potenciales. Raúl fué contratado en el acto con un maneje de Doña Erlinda haciéndole firmar un contrato supuestamente muy prometedor para un joven recién egresado como él y sin darle tiempo a examinarlo, ni leerlo siquiera, y que Raúl, en ese ambiente económico tan inestable, no dudo ni un minuto en firmar.
Raúl comenzó a trabajar en una oficina improvisada en el cuarto  donde se reunían todos los lunes para repartir tareas y hablar de proyectos en general, el conference room 
como Doña Erlinda lo llamaba, imitando a sus colegas del país del norte, que sí tenían conference room como así también marketing department.
Raúl comenzó un lunes temprano y lo primero que hizo fue sacar una pequeña mesada, counter como le decía Doña Erlinda, una cocinita y hornillo-tostador, el horno microndas, un refrigeradorcito y las cafeteras: las dos, la del café americano y la del café cubano o expreso; en cajas se pusieron las tazas, los vasos, platos y cubiertos. Todo fué a parar al depósito de atrás, temporalmente. No fueron pocos los empleados que se sorprendieron cuando vieron que ya no había lugar para poner sus lunches o preparar el coffee de la mañana. El conference room ya no era conference room ni break room como otros lo llamaban. Ahora tenía el gran vidrio de la puerta cubierto con un papel de seda blanco con pequeños loguitos de “Maquillaje Del Corazón”, el mismo logo que años atrás había creado Doña Erlinda a mano, y en el centro un cartel improvisado en una hoja de tamaño oficio, pero con muy buen gusto, que decía: Marqueting Department. Esa fué la primera señal de que el ambiente familiar de “Maquillaje Del Corazón” desaparecería para no volver y así, ser reemplazado por una tendencia hacia el manejo de la empresa con pretenciones corporativas y cada vez más frías y menos familiares.
De este modo, los rumores acerca de Raúl Espósito comenzaron a circular por la empresa mucho antes de que nadie lo haya realmente conocido. Que de dónde había salido, que la Doña lo habia descubierto no se en donde, que habia algo raro entre él y la Doña, que cuidadito de no hablar mal de él y sobre todo delante de la Doña y hasta alguno llegó a insinuar que si eran amantes, que estaba acomodado y que ni Don Mauricio podía decir nada malo de él. Todos pasaban callados y cabizbajos por delante de la puerta del ex-conference room / ex-break room mirando de reojo como queriéndo adivinar que era lo que estaba pasando ahi adentro.
No fué hasta el medio día en que Doña Erlinda finalmente salió del nuevo Marqueting Department y comenzó a buscar por toda la empresa a su marido que parecía haber desaparecido ese lunes sin dejar rastro, cosa rara para Don Mauricio, ya que todos los lunes era él el que repartía la mayoría de las tareas a los empleados y organizaba la semana bajo la mirada afirmativa de su esposa que solo interrumpía si Don Mauricio se equivocaba en alguna directiva o asignaba a un empleado con el que Doña Erlinda no estaba de acuerdo y entonces decía: “Que te parece si se lo asignamos Tal en ves de a Cual para ver como se desempeña esta vez? Cual está muy atareado de todos modos, verdad querido?” - Ante lo cual Don Mauricio sabía que no tenía más remedio que complacer al pedido. De no ser asi, si todo iba bien y como Doña Erlinda lo había planeado, era ella la quien siempre terminaba la reunión interrumpiendo a su marido cuando ya había terminado, pero se dilataba y estiraba la charla con los empleados hablando hasta de cosas personales con ellos y de ellos, que nada tenían que ver con la firma, y ella entonces decía: Muy bien querido, la verdad que yo estoy de acuerdo. Porque no vamos a hacer tal o cual cosa entonces? o Porque no vamos adelantando con tal o cual proyecto asi todos pueden volver a sus tareas habituales? No es cierto? Y asi todo el mundo sabía que el break se había terminado y que Doña Erlinda los mandaba a todos de regreso al trabajo. Asi era como funcionaban los Biscontti, asi era, hasta ese lunes donde todo cambió definitivamente.
Pero dentro del Marketing Department, Raúl estaba convenciéndo a la “vieja” , como el la llamaría en sus circulos privados, pero nadie en “Maquillaje Del Corazón” lo sabría, acerca de una transacción en la que deberían comprar una flotilla de reparto de leche pasteurizada que había quebrado.
La idea era sencilla: Se firmaría un contrato de distribución exclusiva con las pequeñas camionetas de leche pasteurizada, o carritos como se los llamara entonces, que se había ido a la bancarrota. Doña Erlinda ya había persuadido a su marido para que comprara el cincuenta y uno por ciento de la compañía, ayudara a liquidar los bienes pasivos de esta, se deshiciera de la fábrica por partes aprovechando que casi todos los empleados ya se habían ido o no trabajaban en relación de dependencia y así convertir el lugar en depósito para “Maquillajes Del Corazón”. Como el edificio de la fábrica estaba especialmente construído para mantener una temperatura fría, el lugar era ideal para almacenar los cosméticos. Y los carritos solo deberían pintarse con los nuevos diseños que Raúl crearía especialmente para ellos con sus creaciones para “Maquillajes Del Corazón” dándoles un look mucho más moderno y utilizandolos a la vez para promocionar las nuevas líneas que se fueran lanzando al mercado. - “ Mucho más de lo que realmente necesitamos” = había protestado Don Mauricio; pero Doña Ernilda ya tenía su plan en mente y le fascinaba coincidir con las ideas de Raúl desde el principio, cosa que a Don Mauricio lo estaba comenzando a poner de mal humor, cosa que nunca antes había sucedido. Y este era el caso en ese día lunes, en el que había preferido quedarse en casa y tomarse su día libre hasta que Raúl estuviera completamente instalado. Claro que eso, los empleados de “Maquillaje Del Corazón” tampoco lo sabían.
Mientras tanto, Doña Ernilda y Raúl Espósito estaban preparando los deals o contratos para distribuir los maquillajes, no solo los de su firma, sino también los de la competencia a los que les habías hecho una oferta imposible de resistir, con una ventaja en los costos del reparto y distribución que “Maquillajes Del Corazón” absorvería. A partir de estos contratos, la mayoría de las empresas, esas que se dedicaban a la fabricación o distribución de líneas de cosmeticos muy pequeñas como para poder disponer de su propia flota de distribución, estarían dependiendo de “Maquillaje Del Corazón” y de este modo, Doña Erlinda estaría en control de la competencia; claro que esto último ella no se lo había dicho a nadie, no a su marido, ni siquiera a Raúl que había sido el originador de la idea de la compra.
A las doce en punto finalmente se habrió la puerta del Marketing Department y Doña Erlinda salió acompañada de Raúl Espósito para reunirse con todos los empleados como cada vez que tenía un anuncio importante. Pero esta vez, a falta de conference room se había improvisado ubicando unas mesas en el centro de la sala de empaque. Doña Erlina había pedido mover las cajas y la mercancía hacia los costados con anticipación y allí estaban todos los empleados ya reunidos alrededor de las improvisadas mesas, esperando las noticias.
Todos notaron la ausencia de Don Mauricio, pero ninguno se atrevió a preguntar que había pasado. Esa era la primera vez que él no asistiría a una reunión importante como esta, pero definitivamente, no la última.

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