Doña Erlinda odiaba llegar tarde a su empresa. Desde que la había creado con capitales logrados con la herencia que recibió de sus padres y con la ayuda de su esposo algunos años antes de casarse, raramente llegaba tarde. De regreso de la Universidad, luego de haber llevado a Camila por primera vez desde que tenían chofer, pensaba en que la mayoría de las veces que había llegado tarde había sido debido a una emergencia relacionada con su hija, sobretodo cuando era niña; inclusive recordaba que la única vez que faltó fué cuando dió a luz, también una mañana al comenzar la semana. Pero a ella eso no le importaba, ella adoraba a su hija; además, Camila había sido una figura elemental en el crecimiento de “Maquillaje Del Corazón” y eso enorgullecía enormemente a Doña Erlinda pero también le daba un poco de miedo, ya que la figura de su hija se había hecho famosa de la noche a la mañana, desde que comenzaron a circular los productos con su imagen. Sentía como que la había expuesto demasiado y se sentía responsable por ello.
A pesar de no saber nada aún de lo que había pasado con su chofer Francisco, estaba de bastante buen humor considerando como se le había complicado el día, simplemente con uno de sus más directos empleados faltando a su trabajo. Todos en la firma esperaban que tuviera un dia de aquellos en los que no se le podía ni hablar, pero la vieron bastante tranquila a pesar de las circunstancias, y hasta entuciasmada con la lista de candidatos que debería entrevistar esa mañana. Y el primero en la lista era Raúl Espósito, curiosamente también recomendado por los hermanos Roda, con la diferencia de que a este ni siquiera lo habían llegado a contratar después de un proceso de entrevistas que había sido fantástico, según ellos, una semana antes de su desastre financiero, cuando realizaron ese mal negocio y debieron hecharse para atrás en su desición de contratarlo. Pero ella ya estaba acostumbrada a la altanería y fanfarronería de esta dupla, asi que tampoco se podía confiar mucho en ello. Pero era más que nada un favor por estos tipos que nunca pedían favores, como ella, aunque después de todo, esta fuera ya la segunda vez, la primera habiendo sido Francisco, vaya coincidencia. Ella estaba experimentando sentimientos ambiguos acerca de esta entrevista: Por un lado, no quería tomar revancha por la desaparición de Francisco, en definitiva todavía no sabía lo que le había pasado y en segundo lugar, las credenciales de este candidato eran tan fantásticas! Si hasta había trabajado con algunas viejas amigas de ella, las dueñas de la línea de ropa y casa de modas “Chechechela”, las mismas que le habían recomendado a Raulito, el muchacho afeminado, diseñador de los pomos y frascos que tantos aciertos había logrado a su lado, una joyita de muchacho, caprichoso como ella y casi siempre le daba la vuelta para salirse con la suya, pero excelente trabajador y muy responsable.
Además, ese extraño sentimiento de poder apoderarse de un talento al que sus tan fanfarrones colegas ya no podían pagar; le dabe un vértigo y aceleraba el pulso hasta encontrarse sonriendo de repente y sin motivo aparente. Pero ellos le habían recomendado también a Francisco; Francisco, enturviándolo todo una vez más y todo lo que estaba pasando justo en ese día la hacían dudar. Además, había como una veintena de candidatos esperando por ella en la resepción y debería ser justa, siempre lo había sido.
Y entonces vió a Raúl Espósito, con su traje Armani gris y sus zapatos negros de cuero italiano, impecable con su portfolio en mano esperando de pié y destacándose por sobre todos los demás, los había mirado a todos rápidamente como siempre solía hacerlo, y su mirada se clavó en él, ninguno de los otros candidatos se aproximaba siquiera en presentación, ni siquiera les parecían vestidos acorde para una entrevista como esa, hasta le llegó a parecer casi irrespetuoso la forma en la que algunos de ellos se habían atrevido a vestir para la ocasión. Un saludo con un apretón de manos, firme pero gentil, y Raúl Espósito estaba dentro del conference room, con una sonrisa que le recordaban sus collares de Mayorca. Su voz varonil , pero dulce; con un modismo seductor que él había perfeccionado con todas sus clientas anteriores y, por supuesto, un impresionante “portfolio” , repleto de folletos, catálogos, posters, y literatura de campañas ejemplares de casi todos sus trabajos y logros anteriores, una de ellas hasta ganadora de un premio . . . y otra sonrisa cada vez que pronosticaba lo bien que le haría a la empresa contratar a una persona como él: Trabajador incansable, dedicado y que prometía no abandonar un trabajo hasta que estuviera presentable, listo para ser lanzado al mercado . . . y los números . . . cómo era que él sabía tanto de esta companía y de la competencia, mucho más de lo que Doña Erlinda esperaba escuchar, mucho más de lo que ella misma sabía. Y por último, algo que Doña Erlinda jamás se hubiera imaginado escuchar en una entrevista como esta: un plan de trabajo y productividad con proyección a cinco años. Realmente, los hermanos Roda habían sido muy estúpidos perdiendo quizás la oportunidad de su vida dejando que se le escapara de sus manos un espécimen como Raúl - “ Te puedo decir Raúl a secas, verdad?” - Habia entrado en confianza la Doña. Y entonces se distraía, mientras él seguía hablando, pensando, un poco confundida, ellos que se jactaban de tener un tacto innato para los negocios y que últimamente parecía, al juzgar por el mal momento por el que decían estar pasando, lo estaban a punto de perderlo todo. De hecho, le habían sedido a ella los derechos de distribución de sus propios productos, como se les había escapado esta oportunidad, estaba muy lejos de su comprensión.
Doña Erlinda escuchaba callada, solo con monosílabos contestaba a frases cortas y preguntas semi-abiertas hechas con la sonrisa con que Raúl hacía su presentación y que presuponían respuestas obvias. Tan absorta en su fascinación por este hallazgo que dejó que el teléfono rojo sobre su escritorio sonara cinco veces, ya casi cerca del mediodía, antes de atender. Seguramente sería Don Mauricio, recordándole que habían prometido salir ir a almorzar con los dueños de la distribución de leche pasteurizada, para cerrar unos negocios, y que ella todavía tenía a todos los demás candidatos esperándola afuera, en la recepción, mientras ella se encontraba todabía en la nube de admiración de este personaje que la cautivaba.
Levantó el teléfono y escuchó, sin decir siquiera un hola. Su sonrisa y fascinación parecieron desvanecerse de inmediato a medida que su cara cambiaba de color. No había Maquillaje Del Corazón que puediese disimular la palidez instantánea de la mujer. No podía ni hablar ni tragar saliva, Raúl creyó por un momento que se iba a caer de su silla en cualquier momento si no fuera porque lo único que ella lograba hacer, mientras escuchaba la noticia que le daban por telefono, fuera pestañear incontrolablemente. Y así, con su cuerpo entero temblando colgó el teléfono, al mismo tiempo que sonaba su celular. Estos aparato no le dieron tiempo a Raúl a reaccionar, se encontraba perdido. - “ Discúlpeme un segundo” - Finalmente dijo Doña Erlinda.
Raúl veía que la mujer estaba conteniedo las ganas de llorar, o la rabia, no sabía bien muy como leer a esta mujer todavía, y se puso muy nervioso. Sus manos comenzaron a sudar. Por un momento creyó que el destino le estaba jugando una mala pasada; que toda su presentación se había arruinada por una inoportuna llamada de teléfono, bueno, dos. Un hecho fortuito ajeno a él había tirado todo su arduo trabajo por la borda.
“ - Si, ya me enteré” - dijo finalmente Doña Erlinda, respondiendo a su interlocutor del otro lado de la linea digital y mirando el piso. “ - Llama a los hermanos Roda; yo luego hablo con ellos” -
Y en el momento en el que Raúl escuchó el apellido de los Roda, se creyó perdido. Sin decir nada y como por instinto, comenzó a recojer los papeles y cartones de su presentación, desparramados en la gran mesa del conference room.
- “ Pasó algo? “ - Se animó a preguntar lo obvio sin alterntiva mientras seguía juntando sus cosas.
Doña Erlinda se demoró en contestar. Había comenzado una de esas peleas internas en las que el reproche de haber pensado mal de alguien sin siquiera saber si lo merecía tortura la razón hasta el desconcierto.
- “ No.” - Finalmente dijo - “ Bueno, si. Pasó algo muy grave con uno de mis empleados. De todos modos, nosotros ya habíamos termimado, verdad? “ -
Raúl creyó sentir alivio al comienzo de la frase, pero después, el creyó que el mundo se le caía encima. Toda su esperanza de conseguir por una buena vez un puesto estable y respetable, que le permitiera mantener decentemente a su familia parecía desvanecerse frente a él. Su sonrisa finalmente se apagó. No era oportuno, de todos modos, sonreír en el cierre de esta presentación como lo hacía habitualmente.
_ “ No se preocupe m’hijo” - Le dijo Doña Erlina al notar le susto que se estaba hechando Raúl. - “ El puesto es suyo” -
Raúl no pudo contener su alegría, algo que luego se reprocharía y usaría la imagen de este momento en cada oportunidad que lo necesitara, como herramienta de su memoria para recordarle que no tenemos la vida comprada, que día a día es imprevisible y que por esta misma razón hay que saberla vivir. Mientras, como reflejo a algo que ´l había hecho o dicho, Doña Erlinda hizo una señas raras con sus dos manos, para que se callase. Cuando finalmente se compuso he intentó agradecer a Doña Erlinda disponiéndose a saludarla con otro firme pero cordial apretón de manos, ella lo detubo.
- “ Pero que hace? “ - Dijo ella, no con muy buen humor - “Usted comienza a trabajar conmigo hoy mismo” -
Llamó a su secretaria usando el mismo teléfono rojo que interrumpió la entrevista y le pidió que la disculpara con todos los demás postulantes, que le había surgido una emergencia; ella misma los volvería a llamar para concertar una nueva entrevista.
Raúl, que sabía que eso nunca iba a pasar mientras el viviera, se preparó para recibir las primeras órdenes de su nueva jefa.
- “ Necesito que me lleve a buscar a mi hija a la Universidad. No creo poder manejar en este estado y Mauricio tiene un almuerzo de negocios al que no debe fallar.
- “ Perdone que me entrometa” - Dijo Raúl - “ Pero, pasó algo muy grave? Hay algo que yo pueda hacer para ayudar?” -
“ - Ya se lo dije. Va a tener que manejar. Quiero ir a buscar a mi hija a la Universidad. Me acaban de informar que a nuestro chofer lo atropeyó un tren anoche y recién esta mañana pudieron identificarlo.

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