Sunday, October 2, 2011

MAQUILLAJE DEL CORAZON - CAPITULO CINCO


El chofer que llevaba a Camila a la Universidad no había aparecido ese lunes por la mañana y no sabían nada de él. Doña Erlinda se había enfurecido ya que casi lo consideraba de la familia; haberle hecho esto justo ese día, en el que debería estar en la empresa temprano para organizar las entrevistas. Era muy raro que él no apareciera a trabajar, y ni una llamada de teléfono, eso era demasiado raro tratándose de Francisco, pero él, últimamente estaba muy raro de todas maneras, notó Doña Erlinada, si hasta le había pedido una buena suma de dinero por adelantado: será por eso que había desaparecido? Su furia, cada vez que pensaba que Francisco podría llegar a hacer algo así la torturaba demasiado, y seguía pensando distintos escenarios por los cuales él no había aparecido a trabajar ese lunes por la mañana. De todos modos, no le quedó más remedio que llevar ella misma a su hija a la Universidad. Le podría haber pagado un taxi, pero quién confiaba en los taxistas en estos días. Una oleada de misteriosos asaltos a taxis con pasajeros había invadido la ciudad y de ellos, los taxistas siempre parecían salir ilesos y listos para contar la historia en la TV, pero ese no era necesariamente la suerte de los pasajeros, algunos de ellos desaparecidos.
Camila hubiera llamado a una de sus amigas que ya manejaba, pero su madre se opuso, muy poco tiempo manejando por esas calles de Dios, ella apenas la conocía a la chica y lo más importante, Doña Erlinda odiaba pedirle favores a la gente, eso de pedir ayuda a último momento cuando uno está en aprietos . . . bueno, odiaba pedir ayuda en general. Siempre decía que - “ Si vamos por la vida pidiendo ayuda constantemente, no lograremos nada por nosotros mismos” - y era así como quería educar a su hija; independiente y confiada en sí misma, capaz de superar cualquier obstáculo y sin deberle favores a nadie. - “Mira con la gente que pide favores, un buen día desaparecen cuando uno más los necesita, como el chofer, el Francisco este” - Y diciéndo esto, marcó el número de teléfono en su celular una vez más sin éxito; su llamada fué contestada inmediatamente por un contestador automático. - “ Y esto me pasa por contratar a recomendados, se te hacen los confiables y después, mirá como te pagan; siempre los recomendados terminan siendo los peores, los menos agradecidos y te colocan en una posición desagradable y absolutamente incómoda con el amigo o colega que te los ha recomendado, en este caso los hermanos Roda, esos que son los dueños de los Perfumes Cascabeles. Francisco había sido chofer de ellos, hasta que se habían visto en la obligación de recortar presupuesto, ya que una mala inversión los había dejado al borde de la bancarrota y a punto de perderlo todo; bueno, eso es por lo menos lo que ellos dicen” - Doña Erlinda recordó, mientras hablaba, que los hermanos Roda no habían cambiado para nada su estilo de vida como correspondería a quienes están pasando por momentos económicos difíciles; seguían siendo los mismos fanfarones de primera línea que siempre fueron, haciendo constante alarde de su dinero y de sus mujeres. 
Doña Eerlinda había contratado a unos cuantos de sus empleados por recomendaciones de amigos, y de colegas también, pero más de amigos; de ellos confiaba más sus recomendaciones que en las de sus colegas; y así y todo, “ - No eran ninguna garantía de que te duren” - Decia. El caso de Francisco había sido en circumstancias especiales.
Y así, protestando todo el camino, creyendo que su hija la escuchaba, sentada a su lado con los auriculares de su I-Pod a todo dar, llenando sus oídos de Lady Gaga para no escuchar las quejas de su madre, llegaron a la Universidad y se despidieron con un beso en la mejilla.
Doña Erlina adoraba a su hija, quién había crecido muy rápidamente y casi sin ella darse cuenta. Camila se parecía a su madre. No, realmente se parecía a su padre. Bueno, no; en realidad tenía un poco de los dos. Ojos celestes como los de su madre, cabellos castaño claro con grandes ondas como los de su padre, una piel de seda como la de su madre, cuando era joven claro y razgos casi perfectos que surgiron de esa combinación de sangres europeas, de las más nobles, no de rango, pero sí de pureza.
Camila era noble y no tenía malicia. - “Muy joven todavía” - Decía su madre. - “Ya la vida le va a enseñar” - Pero en el fondo, Doña Erlinda sabía que su hija era un tanto especial en ese aspecto, buenaza como ya no se las podía encontrar en chicas de su edad, tanto así que las monjas pensaron que llegaría a ser una de ellas cuando iba a comenzar la secundaria y en el momento en que se lo comentaron a Doña Erlinda, ella creyó que esa era la perfecta oportunidad para cambiarla de colegio.
Estudiante de Bioquímica y modelo por excelencia de las publicidades de la firma, Camila había cambiado radicalmente de ambiente desde su pase a la nueva escuela. Clases de ballet, danza contemporánea, modelaje, canto y actuación. También tomó clases de piano desde que fué muy niña, haciéndo que pudiera graduarse justo antes de terminar la secundaria.
Camila era ahora una preciosa mujer. Fué idea de su propia madre el seleccionarle a ella para que sea la imagen de su línea de cosméticos  y los resultados desde que el hermoso rostro de Camila comenzara a aparecer  en las cajas, estuches, pomos, frascos, posters y todo lo que tuviera que ver con Maquillaje Del Corazón, habían sido fantásticos.Su madre estaba muy orgullosa y Camila lo sabía. Se ruborizaba de pena cada vez que su madre hablaba del logro de su imagen y la ponía en evidencia en frente de viejos conocidos e inclusive mucho peor frente de los nuevos conocidos, ya era más obvio como su madre la celaba en todo momento como su propio logro, una preciada joya más que se disponía a poseer para toda su vida.

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