Thursday, October 20, 2011

MAQUILLAJE DEL CORAZON - CAPITULO NUEVE



Pablo tenía un solo amigo al que le podía confiar todo, Francisco. Le había confiado a él que cuando se quedó sin trabajo, años atrás, antes de que se lo dijera a su propia esposa. Le confió cuando pescó la enfermedad venerea con esa puta, la noche que se fué furioso de su casa después de una pelea con su mujer. También le había confiado a su amigo sobre esos trabajitos especiales que le encargaban y que, aunque a veces no fueran del todo legales, le ayudaban a llegar a fin de mes hasta que él pudiera conseguir algo decente. Hacía años que estaba en la búsqueda, el trabajo decente parecía no llegar nunca, pero Pablo estaba cada vez mejor conectado y mucho más frecuentemente recibía ofertas para realizar esos trabajitos especiales. Lo de la fábrica y distribuidora de leche condensada y el negocio de las computadoras había sido uno de ellos. No era nada malo, después de todo, desconectar y empacar un montón de computadoras, llevarlas al depósito de esa casa y volverlas a buscar y llevarlas de regreso y reconectarlas cuando fuera necesario. El solo movía el equipo y no tenía porqué enterarse de como se había desarrollado la operación completa, pero se enteró.
Dentro de sus contactos estaba Rodrigo, casi la mano derecha del jefe en estos asuntos, y por medio de él comenzó a enterarse de todo el plan y de como su jefe saldría beneficiado. Todo parecía salir bien, estaba contento de haber llegado tan alto en la organización, que su nuevo amigo hubiera confiado en él y lo hubiera incorporado en este operativo. Había que celebrar.
La noche en que Francisco murió, se habían encontrado para tomar unos tragos en el bar frente a la estación de tren. Parte del operativo no se realizaría hasta el día siguiente y ya le habían adelantado algo de dinero, asi que después que Francisco pagara por sus rondas habituales, Pablo quiso sorprenderlo pagando por otro tanto de su parte para continuar la celebración. 
Pablo ya había comenzado a reírse de todo y a celebrar a boca llena su nueva suerte.
Con un penetrable aliento a alcohol, Pablo le contó a Francisco todo el plan. Y se rió aún más cuando el rostro de Francisco comenzó a cambiar hasta ponerse blanco como un papel. Creyó que todo el alcohol consumido por su amigo ya le estaba haciendo efecto y la reacción, nunca vista antes en él, le causo gracia.
“ - Vamos, vamos . . . No me vas a decir que ahora el alcohol te ha hecho daño? - “ Y le pidió otro trago al del bar, que Francisco tomo sin respirar. Pablo siguió celebrando, esta vez con un aplauso.
Cansado de tanto reír y hablar bajando el tono de voz de golpe y luego volver a reir tanto que le comenzó a doler la mandíbula, volvió a bajar el tono de voz, solo para que lo escuchara su amigo, quería volver a repetirle sus aventuras, sus logros con el nuevo negocio que le habían propuesto, pero la borrachera comenzó a dominarlo he hizo que se tambaleara en su silla quedándose callado. Momento que Francisco aprovechó para finalmente habrir su boca:
“ - Yo trabajo para Maquillajes Del Corazón - “ Le dijo seriamente.
Pablo no reaccionó de inmediato. Se quedó mirando a su amigo, analizando la falta de expresión en su cara, su seriedad tan ceremonial, sus ojos clavados en su mirada que ya no lograba enfocar en ningún punto fijo, y de repente largó una carcajada tan estruendosa que hizo que todos los clientes del bar que habían tratado a duras penas de mantenerse ajenos a su borrachera, lo miraran con desconcierto, un poco de burla  y hasta desprecio.. Cómo podía haber alguien tan feliz en un lugar como este? Aquí se venía a ahogar las penas y Pablo parecía ser el único a esas tempranas horas de la noche en haberlo logrado. Pero la carcajada duró poco. El muro de cemento en el que se había convertido el rostro de Francisco lo había detenido en seco. Se había jodido todo? No sabía que hacer ni qué decir. El silencio entre los dos se podría haber cortado con el culo roto de alguna de esas botellas de cerveza vacías que todavía se encontraban sobre el mostrador, pero nadie peleó con nadie, solo hubo silencio, un largo silencio. 
Finalmente Pablo, como tratando de recuperarse de su borrachera, aunque solo fuera por unos minutos antes de volver a tomar, creyó que era oportuno advertir a su amigo.
“ - Y tú no vas a decir nada, verdad? - “
Francisco supo en ese momento que ya se encontraba en aprietos. El no debería haber escuchado la confesión de su amigo, o no le debería haber contestado como lo hizo informándole a su amigo sobre su conección directa con la empresa a la que iban a estafar, o no debería haberse encontrado con su amigo esa noche para celebrar un evento que ahora sabía no terminaría nada bien. 
“ - Será mejor que me vaya - “ Finalmente dijo Francisco “ - No creo que sea conveniente que nos vean juntos ahora - “
Como era eso que su amigo, su único amigo de verdad, no quería que nadie los viera juntos. Y solo por un negocio? Solo por un negocio que tenía relación con sus jefes? Qué creía que estaba haciendo? No lo iba a dejar solo en ese bar y en ese estado? 
Pero Francisco pagó antes que lo hiciera Pablo y se dispuso a salir. Pablo se enfureció.
“ - Te dije que yo estaba invitando esta vez - “ Pablo sostenía el brazo de su amigo, que ya había girado para irse, con todas sus fuerzas. 
“ - Déjame ir Pablo, está bien, ya está . . . - “
Pablo ríe irónicamente “ - Y el dice que ya está . . . -” Que ya está qué carajo? - “ Qué te pasa? Estás caliente con la vieja? O es la hija? - “
“ - Para Pablo, pará . . . - “ Fracisco había enrojecido con solo pensar en Camila.
“ - Es la hija? - “ Hijo de puta . . . Te estás hechando a la hija! - “
Pablo ni se dió cuenta de dónde vino el golpe, pero con el puño cerrado de alguna de sus dos manos, Francisco le dió vuelta la cara de una trompada.
Dos tipos que estaban cerca se acercaron a ayudar a Pablo que se había caído al piso. Francisco se arregló el uniforme de chofer y se preparó para salir. Un par de clientes pagaron y se adelantaron a salir antes  que él. Cuando Pablo logró recuperarse y levantarse del suelo, vió alejarse a Francisco por la puerta de entrada, dejando entrar el sonido de un tren que llegaba a la estación frente al bar. Esa fué la última vez que Pablo vió a su amigo.

Saturday, October 15, 2011

MAQUILLAJE DEL CORAZON - CAPITULO OCHO



“ - En la empresa se dice que el amor es el maquillaje del corazón y nosotros hacemos nuestros productos con amor” - Decía siempre Doña Erlinda cada vez que presentaba uno más de su amplia gama de productos para la belleza de la mujer. Todavía no había incursionado en productos para el hombre, no se sentía completamente preparada, pero le faltaba muy poco. Por ahora, solo quería garantizar productos de la más alta calidad posible, con buenos ingredientes que dieran satisfacción total a sus clientes.
Su catálogo comenzaba con una línea para el cuidado de la piel. Cuidado diario con loción astringente, crema de limpieza y crema humectante. Todo incluído en una caja de presentación de lujo, con la mejor foto hasta la fecha de Camila, luciendo espléndida y más radiante que nunca. Este era el set que estaba arriba del escritorio de Raúl desde que había entrado a su nueva oficina. Si bien nunca nadie había ocupado este lugar oficialmente, Cármen, la encargada de mercadeo y distribución que ayudara a Doña Erlinda a lograr el puesto en el mercado que había logrado, la utilizaba cuando estaba en la empresa y no de gira o trabajando desde su casa, un acuerdo al que había llegado con Doña Erlinda desde su frustrado embarazo y el posterior abandono de su esposo. Ella se llevaba bien con su jefa, pero no compartía todas sus decisiones, y el contratar a Raúl no era una de las compartidas. Es más, sabiendo que esta mobida en la empresa resultaría difícil de digerir para Cármen, Doña Erlinda había desidido no decirle nada hasta que el contrato estuvo firmado y Raúl ya se había instalado en su oficina. Pero con los acontecimientos de último momento, la muerte sorpresiva de Francisco, la compra de una empresa en bancarrota resuelta a último momento y su empeño en meterse en la vida de su hija, la habían hecho olvidar por completo de Cármen y de su intención de informarle sobre su nuevo jefe antes de que esta llegara a la oficina.
Carmen entró como todos los días, con su maletín en mano, su cartera Louis Vuitton y las llaves de su auto en la misma manos en la que sostenía unos papeles de un contrato de exclusividad para una línea diseñada para una tienda de departamentos.
Papeles, llaves y maletín cayeron al piso cuando al entrar se encontró con Raúl sentado en una silla de oficina nueva, de cuero negro, que la dueña recién había comprado para él. 
Raúl miró a Cármen de arriba abajo. Ella rondaba los treinta años, quizás un poco más, pensó Raúl, pero era una muy bonita mujer. Por supuesto le hacía honor a la firma con un maquillaje impecable, maquillaje del que ni rastro había en el rostro de Camila recordó. Pero en esta mujer, que hermoso lucía. Obviamente era una línea para mujeres maduras, que sentido tenía maquillar una cara de ángel como la de Camila.
Cármen lucía además una blusa de seda negra desabotonada casi hasta la cintura, haciéndole lucir un escote bien seductor sobre el que colgaba una cadena de oro blanco con un pendiente con una sola perla blanca, de las de verdad. Sus aros hacían juego y se dejaban ver perfectamente ya que su pelo negro estaba peinado bien tirante hacia atrás. Era ella quien copiaba a Camila o Camila a ella? Se querría hacer la jovencita o era su forma de ser y de vestir diaria, elegante, propia de una ejecutiva de una empresa dedicada al maquillaje para la mujer. Y a esta mujer lo que la diferenciaba de Camila eran sus piernas, o eso era lo que pensó Raúl en ese instante. Camila todavía sabía como lucir jeans gastados, era muy joven y acentuaban su figura muy pero muy bien. Carmen, a diferencia de la jóven, lucía una falda negra que hacía juego con la blusa, lisa pero de corte perfecto, que le marcaba las caderas sin necesidad de caminar o de posar para lograr el efecto. Si tenía más de treinta años, los llevaba muy bien puestos, pensó Raúl. Qué mujer, algo más que debería resenvarse y no contarle a su esposa.
Cármen, por otro lado, después de reaccionar al ver al intruso en la oficina que ella había ocupado eventualmente hasta ahora, apenas prestó atencion al individuo y fué al grano. - “ Y usted, quién es?” - A lo que Raúl no tuvo necesidad de explicar ya que, como una aparición, Doña Erlinda entró oportunamente a escena. “ - Hay querida, perdoná que no te haya dicho nada hasta ahora, pero con todo lo que ha pasado y con lo ocupados que hemos estado Mauricio y yo, me he olvidado completamente. Este es Raúl, nuestro nuevo Director Creativo y Vice Presidente de Marketing” - Doña Erlinda, sin que Cármen se de cuenta, gira rápidamente y le guiña un ojo al sorprendido Raúl, que no comprende el porqué de su nuevo título, totalmente inesperado. “ - El es tu nuevo jefe” - Yo voy a estar muy ocupada con el proyecto de expanción y yo sé que ustedes dos se van a llevar de maravillas y van a poder manejar esta parte del negocio mucho mejor que yo. Nuevamente gira hacia Raúl e intenta explicarle lo que sucede antes de que ellos comiencen a hablar. “ - Raúl, esta es Cármen, yo le hable de ella en la entrevista, ella trabaja desde su casa, recuerda. Viene a la empresa en ocasiones especiales, pero es una excelente trabajadora y le debo unas presentaciones que vana ser difícil de superar. Como se dice, ha puesto el nivel bien alto asi que a ponerse las pilas m’hijito, que si no Cármen lo va a devorar. Es una leona en este negocio, bueno, en realidad lo es, de leo: verdad querida?” - Cármen sonríe triunfadora y amenazadora ante lo que acaba de decir su jefa. Este desafío era lo que ella necesitaba, pensó. Ahora que creía que su carrera estaba llegando a algún lugar, este sujeto le viene a arrevatar su lugar. Pero esto no iba a quedar asi. Ella se ocuparía de hacerle la vida imposible. Que sabría este tipo de maquillajes de todos modos. Ni siquiera era gay. Si lo fuera, aunque le parecía un estereotipo, sabía que podría tener algún tipo de competencia. Pero este personaje estaba casado, no tenía ni la menor idea de como se aplicaba un maquillaje, nunca había tenido contacto con nadie del ambiente, con excepción de esas mujeres, las dueñas de Daiana Coral que no la podían ver a ella ni en pintura. Y todo porque un día se provó todos los vestidos de fiesta  que encontró en su tienda y finalmente no compró allí ninguno para lucir en el lanzamiento de la línea del Tratamiento Antiedad Profesional. Le olía raro que ellas lo ubieran recomendado, como también los hermanos Roda, y sobre todo los hermanos Roda, ellos eran muy altaneros y pretenciosos como para dejarse robar un verdadero talento, por más que no lo pudieran pagar de sus propios bolsillos. Pero Doña Erlinda seguía hablando maravillas de Raúl en frente de ella y ella trataba de contenerse a la vez que adivinar que había debajo de ese tipo bien vestido. Bueno, vestir vestía bien, recién se había dado cuenta cuando comenzó a tratar de calmar su instinto leonino que la había tentado lanzarsele al cuello y morderle la yugular hasta que cayera vencido. Este iba a caer de otro modo, estaba apadrinado por la dueña de Maquillajes Del Corazón, que se lo había enchufado de jefe; tendría que planear muy bien sus movimentos si es que quería permanecer en esta firma. Y ella sí quería. Con la nueva situación económica del país y hasta mundial, sabía que encontrarse en estos tiempos en una firma en crecimiento no era nada fácil, y ella no pensaba renunciar a lo que le había costado tanto trabajo y esfuerzo conseguir.
“ - Bueno,” - Finalmente dijo Doña Erlinda - “ Los dejo para que comiencen a trabajar. Recuerde Raúl que quiero hablar de ese contrato de distribución y de como vamos a preparar ese nuevo depósito en la propiedad de la Leche Condensada esa. Pobre gente, no? Yo creo que podremos ayudar a algunos de sus empleados si quieren hacer el cambio y hacer un trainning para trabajar para nosotros, pero no creo que todos. Yo no sé, habrá que ver. Luego hablaremos de ello. Por el momento tengo que recibir todas esas computadoras nuevas, bueno, casi nuevas, que compró Mauricio de otra empresa que quebró, un verdadero regalo. Los veo luego. OK? “ - 
Doña Erlinda no había terminado de cerrar la puerta de la oficina cuando la mirada encendida e inquisitoria de Cármen se encontró con la de Raúl que se encontraba un poco desconcertado. Todo pasaba a un ritmo tan vertiginoso en esa empresa desde que llegó esa mañana, que no le extrañaría que los acontecimeintos de la tarde y su relación con esta mujer podrían terminar en un pronto despido y ciclo completo en solo un día. Pero él sabía muy bien como defenderse con una mujer; además, él era ahora jefe de Cármen, y no al revés, y siendo las cosas así, lo que tenía que pensar ahora era la forma más fácil de conquistarla y llevarla a esta divorciada a la cama. Si lo lograba, la relación laboral ya estaba resuelta. Si no lo lograba, se podría quedar sin trabajo y en el peor de los casos enfrentarse a un juicio por hostigamiento sexual. Por supuesto que Raúl, ya se estaba preparando mentalmente para comenzar su primera aventura extramatrimonial.

MAQUILLAJE DEL CORAZON - CAPITULO SIETE



Raúl manejó hasta la universidad mientra Doña Erlinda discutía con Camila, cuando esta se decidió finalmente a atender el bendito teléfono, después de incontables llamadas. No había quien le sacara de la cabeza a la mujer que ella misma debía ir a buscar a su hija a la salida de la universidad en momentos como este.
Camila, por su parte, se sentía abandonada por el que había llegado a ser casi su confidente, siempre interesado en lo que ella tenía para decir, especialmente cuando hablaba de los probremas con su madre y la empresa a la estaba ligada por derecho familiar desde su nacimiento. Qué haría ahora que Francisco estaba muerto. Estaba llorando? Su madre creía que su hija se puso a llorar cuando se enteró, aunque Camila lo negaba. Estaba triste por lo que le había pasado al chofer, era un ser humano después de todo, una persona que les había servido honestamente durante todo este tiempo. Y mientras su madre seguia hablando y diciéndole que la iban a buscar, es ese momento, ella pensaba en sus confidencias, muertas con Francisco; a quién podría confiarle nada ahora? Sus amigas de la universidad estaban en otra cosa, tan chiquilinas todavía, no entendía porqué se negaban a crecer, siempre riéndose por pavadas, o fumando marihuana en el patio de atrás del laboratorio cuando no las veía nadie y entonces, reírse de pavadas nuevamente, pero más eufóricamEnte. Con Francisco había podido hablar con confianza. Ella sabía que él no era de esos de traer y llevar chismes, solo escuchaba, la única persona que parecía escuchar y de verdad oír lo que ella tenía para contar; porque su familia, especialemente su madre, se hacían los que escuchaban, pero la mayoría de la veces no oían nada. A esto se agregaba que su madre padecía de “attention deficit disorder” y por más que ella tratara, no había forma de que la escuchara por una frase entera, siempre terminaba interrumpiéndola con algo que la misma conversación revivía de su subconciente y a su entender era más importante que lo que tenía que decirle su hija. Los dos noviecitos que tuvo, esos infelices que jugaron el papel de inteligentes, intelectuales de cartón y que les habían resultado interesante al principio, no le duraron nada. Menos mal. De todos modos su madre jamás los habría aceptado y ella en realidad  necesitaba a alguien más maduro, alguien con el que pudiese hablar de amigo a amigo. Ella quería un hombre de verdad, no uno de esos muchachitos inmaduros; alguien que además de apreciar su admirable belleza de modelo de pasarela, apreciara su inteligencia, porque ella sí era inteligente.
Camila, de verdad, tenía las dos cosas: inteligencia y lo más destacable a primera vista, una increíble belleza, como lo comprobaría Raúl cuando finalmente llegaron a la universidad y ella a duras penas entró en el auto que a Raúl le habían forzado a conducir. Se miraron a los ojos solo cuando Doña Erlinda los presentó, y eso fué suficiente. El se deshizo para saludarla con elogios, después de una pausa claro, una inexplicable pausa que hizo al principio, cuando no le salían las palabras y se quedó nadando en sus ojos por unos segundos.
Camila tenía ese pelo castaño brilloso arreglado y listo para ir a su clase de ballet, la piel de una pieza de porcelana y esos ojos transparentes que Raúl creyó penetrar por unos instantes. Ahí. Ahí fué donde él se había perdido; el muy estúpido casi no pudo hablar. Que le había pasado. No se reconocía a sí mismo por actuar como un idiota. Esa hermosa joven lo había dejado sin palabras por un momento por primera vez en su vida. Ese cuerpo de mujer con cara de angel, casi todavía una niña. Y esto lo hizo sentir aturdido a Raúl por un momento. Ella, apenas una señal de reconocimiento con su cabeza, ojos brillantes como que había llorado también. Habría llorado por la muerte del chofer? Ni siquiera se sacó los audífonos para escuchar todos los elogios de Raúl al conocerla y admitir que era mucho mas bella en persona. Lo había escuchado? Volvió su mirada a la pantallita de su I-Pod. Y la madre, mientras tanto seguía hablando. De qué hablaba? De Francisco? De ella? De la chica? De la fábrica? Del contrato que acababan de firmar? Como podía tocar tantos temas en una misma frase? Raúl no la entendía, no se podía concentrar en lo que la mujer estaba diciendo. Seguía distrayéndose mirando a Camila por el espejo retrovisor: hermosa, mucho más hermosa que esas imágenes estampadas en cajas, pomos y frascos que tuvo que estudiar para la presentación que le había hecho ganarse el puesto esa mañana. 
Y Camila le regresó la mirada. La primera vez casi se lleva una luz roja por distraerse y ella se dió cuenta y no pudo contener una sonrida que le iluminó el rostro todavía más.
Su madre seguía hablando. Cómo era que no podía parar de hablar, pasara lo que pasara a su alrededor. Pero no importaba y hasta era mejor. Camila podía entonces mirar y coquetear todo lo que quisiera con el hombre que manejaba el auto de su madre a pedido de ella misma sin ser sorprendida en su comportamiento. Pero dónde había conseguido su madre tremendo ejemplar? Era que la vieja estaba empezando a mirar a otros hombres ahora olvidándose de serle fiel a su padre como aparentemente lo había sido durante todos estos años? Sería este un amante de mamá? 
Sus miradas se cruzaron como una docena de veces por el espejo retrovisor. O él la miraba a ella o ella lo miraba a él, pero al final los dos se estaban mirando y no paraban. Como conociéndose con solo mirarse y con la charla de la madre como banda de sonido de  fondo. 
Raúl comenzó a sudar levemente. La belleza de Camila había logrado ponerlo nervioso justo en el mismo momento en que Doña Erlinda decía “ - Va a tener que hacerme este favor por unos días, hasta que contrate un nuevo chofer” - Encantado de la vida, quizo contestar Raúl, pero prefirió ser mucho más ceremonioso y profesional “ - Como usted mande, señora” - Y Doña Erlina quedó satisfecha con la respuesta y con el hecho de que Camila ni siquiera protestó su desición de mandarle a su nuevo empleado para que la recogiera a la salida de la universidad de ahora en adelante. No tan satisfecha, de todos modos, como Camila que creyó incendiarse pensando en todas esas tardes en las que se encontraría  a solas con este tipazo en el auto de su madre. Y comenzó a alucinarse cosas extrañas. De repente se imaginó desnuda a su lado; tanto la sorprendió su propia visión que se tragó su goma de mascar y comenzó a toser, poniéndose todavía más colorada. Pero para su alivio, ya habían llegado a su casa. Una mansión, pensó Raúl cuando decidió no contarle a su esposa esta parte de su nuevo trabajo. Era una lástima que no se lo contara, ella hubiera disfrutado muchísimo que le describiera el lujo de ese lugar.
Camila, todavía tosiendo, salió corriendo del auto. “ - Dile a Ramona que volvemos a eso de las ocho para cenar!” - Le gritó Doña Erlinda desde su asiento dentro del auto. “ - Ni modo. Será mejor que yo la llame. Se pone eso aparatos en los oídos y no escucha nada” - 
Raúl sonrió. Un poco por el comentario, para satisfacer a  Doña Erlinda, otro poco porque se sentía exitado de haber conocido a la modelo de las cajitas, la misma que ´l tanto había estudiado antes de su entrevista de hoy, y sin darse cuenta, había comenzado a subirle un calor inexplicable desde debajo del vientre y entendió por fin el porqué había comenzado a sudar. Y en su recorrido de regreso a la empresa, mientras Doña Eerlina continuaba hablando sin parar vaya uno a saber de que, él también llegó a imaginarse a Camila  desnuda a su lado, no dentro del auto, pero muy cerca de él.

Tuesday, October 4, 2011

MAQUILLAJE DEL CORAZON - CAPITULO SEIS


Doña Erlinda odiaba llegar tarde a su empresa. Desde que la había creado con capitales logrados con la herencia que recibió de sus padres y con la ayuda de su esposo algunos años antes de casarse, raramente llegaba tarde. De regreso de la Universidad, luego de haber llevado a Camila por primera vez desde que tenían chofer, pensaba en que la mayoría de las veces que había llegado tarde había sido debido a una emergencia relacionada con su hija, sobretodo cuando era niña; inclusive recordaba que la única vez que faltó fué cuando dió a luz, también una mañana al comenzar la semana. Pero a ella eso no le importaba, ella adoraba a su hija; además, Camila había sido una figura elemental en el crecimiento de “Maquillaje Del Corazón” y eso enorgullecía enormemente a Doña Erlinda pero también le daba un poco de miedo, ya que la figura de su hija se había hecho famosa de la noche a la mañana, desde que comenzaron a circular los productos con su imagen. Sentía como que la había expuesto demasiado y se sentía responsable por ello. 
A pesar de no saber nada aún de lo que había pasado con su chofer Francisco, estaba de bastante buen humor considerando como se le había complicado el día, simplemente con uno de sus más directos empleados faltando a su trabajo. Todos en la firma esperaban que tuviera un dia de aquellos en los que no se le podía ni hablar, pero la vieron bastante tranquila a pesar de las circunstancias, y hasta entuciasmada con la lista de candidatos que debería entrevistar esa mañana. Y el primero en la lista era Raúl Espósito, curiosamente también recomendado por los hermanos Roda, con la diferencia de que a este ni siquiera lo habían llegado a contratar después de un proceso de entrevistas que había sido fantástico, según ellos, una semana antes de su desastre financiero, cuando realizaron ese mal negocio y debieron hecharse para atrás en su desición de contratarlo. Pero ella ya estaba acostumbrada a la altanería y fanfarronería de esta dupla, asi que tampoco se podía confiar mucho en ello. Pero era más que nada un favor por estos tipos que nunca pedían favores, como ella, aunque después de todo, esta fuera ya la segunda vez, la primera habiendo sido Francisco, vaya coincidencia. Ella estaba experimentando sentimientos ambiguos acerca de esta entrevista: Por un lado, no quería tomar revancha por la desaparición de Francisco, en definitiva todavía no sabía lo que le había pasado y en segundo lugar, las credenciales de este candidato eran tan fantásticas! Si hasta había trabajado con algunas viejas amigas de ella, las dueñas de la línea de ropa y casa de modas “Chechechela”, las mismas que le habían recomendado a Raulito, el muchacho afeminado, diseñador de los pomos y frascos que tantos aciertos había logrado a su lado, una joyita de muchacho, caprichoso como ella y casi siempre le daba la vuelta para salirse con la suya, pero excelente trabajador y muy responsable. 
Además, ese extraño sentimiento de poder apoderarse de un talento al que sus tan fanfarrones colegas ya no podían pagar; le dabe un vértigo y aceleraba el pulso hasta encontrarse sonriendo de repente y sin motivo aparente. Pero ellos le habían recomendado también a Francisco; Francisco, enturviándolo todo una vez más y todo lo que estaba pasando justo en ese día la hacían dudar. Además, había como una veintena de candidatos esperando por ella en la resepción y debería ser justa, siempre lo había sido.
Y entonces vió a Raúl Espósito, con su traje Armani gris y sus zapatos negros de cuero italiano, impecable con su portfolio en mano esperando de pié y destacándose por sobre todos los demás, los había mirado a todos rápidamente como siempre solía hacerlo, y su mirada se clavó en él, ninguno de los otros candidatos se aproximaba siquiera en presentación, ni siquiera les parecían vestidos acorde para una entrevista como esa, hasta le llegó a parecer casi irrespetuoso la forma en la que algunos de ellos se habían atrevido a vestir para la ocasión. Un saludo con un apretón de manos, firme pero gentil, y Raúl Espósito estaba dentro del conference room, con una sonrisa que le recordaban sus collares de Mayorca. Su voz varonil , pero dulce; con un modismo seductor que él había perfeccionado con todas sus clientas anteriores y, por supuesto, un impresionante “portfolio” , repleto de folletos, catálogos, posters, y literatura de campañas ejemplares de casi todos sus trabajos y logros anteriores, una de ellas hasta ganadora de un premio . . . y otra sonrisa cada vez que pronosticaba lo bien que le haría a la empresa contratar a una persona como él: Trabajador incansable, dedicado y que prometía no abandonar un trabajo hasta que estuviera presentable, listo para ser lanzado al mercado . . . y los números . . . cómo era que él sabía tanto de esta companía y de la competencia, mucho más de lo que Doña Erlinda esperaba escuchar, mucho más de lo que ella misma sabía. Y por último, algo que Doña Erlinda jamás se hubiera imaginado escuchar en una entrevista como esta: un plan de trabajo y productividad con proyección a cinco años. Realmente, los hermanos Roda habían sido muy estúpidos perdiendo quizás la oportunidad de su vida dejando que se le escapara de sus manos un espécimen como Raúl - “ Te puedo decir Raúl a secas, verdad?” - Habia entrado en confianza la Doña. Y entonces se distraía, mientras él seguía hablando, pensando, un poco confundida, ellos que se jactaban de tener un tacto innato para los negocios y que últimamente parecía, al juzgar por el mal momento por el que decían estar pasando, lo estaban a punto de perderlo todo. De hecho, le habían sedido a ella los derechos de distribución de sus propios productos, como se les había escapado esta oportunidad, estaba muy lejos de su comprensión.
Doña Erlinda escuchaba callada, solo con monosílabos contestaba a frases cortas y preguntas semi-abiertas hechas con la sonrisa con que Raúl hacía su presentación y que presuponían respuestas obvias. Tan absorta en su fascinación por este hallazgo que dejó que el teléfono rojo sobre su escritorio sonara cinco veces, ya casi cerca del mediodía, antes de atender. Seguramente sería Don Mauricio, recordándole que habían prometido salir ir a almorzar con los dueños de la distribución de leche pasteurizada, para cerrar unos negocios, y que ella todavía tenía a todos los demás candidatos esperándola afuera, en la recepción, mientras ella se encontraba todabía en la nube de admiración de este personaje que la cautivaba.
Levantó el teléfono y escuchó, sin decir siquiera un hola. Su sonrisa y fascinación parecieron desvanecerse de inmediato a medida que su cara cambiaba de color. No había Maquillaje Del Corazón que puediese disimular la palidez instantánea de la mujer. No podía ni hablar ni tragar saliva, Raúl creyó por un momento que se iba a caer  de su silla en cualquier momento si no fuera porque lo único que ella lograba hacer, mientras escuchaba la noticia que le daban por telefono, fuera pestañear incontrolablemente. Y así, con su cuerpo entero temblando colgó el teléfono, al mismo tiempo que sonaba su celular. Estos aparato no le dieron tiempo a Raúl a reaccionar, se encontraba perdido. - “ Discúlpeme un segundo” - Finalmente dijo Doña Erlinda.
Raúl veía que la mujer estaba conteniedo las ganas de llorar, o la rabia, no sabía bien muy como leer a esta mujer todavía, y se puso muy nervioso. Sus manos comenzaron a sudar. Por un momento creyó que el destino le estaba jugando una mala pasada; que toda su presentación se había arruinada por una inoportuna llamada de teléfono, bueno, dos. Un hecho fortuito ajeno a él había tirado todo su arduo trabajo por la borda.
“ - Si, ya me enteré” - dijo finalmente Doña Erlinda, respondiendo a su interlocutor del otro lado de la linea digital y mirando el piso. “ - Llama a los hermanos Roda; yo luego hablo con ellos” - 
Y en el momento en el que Raúl escuchó el apellido de los Roda, se creyó perdido. Sin decir nada y como por instinto, comenzó a recojer los papeles y cartones de su presentación, desparramados en la gran mesa del conference room.
  • “ Pasó algo? “ - Se animó a preguntar lo obvio sin alterntiva mientras seguía juntando sus cosas.
Doña Erlinda se demoró en contestar. Había comenzado una de esas peleas internas en las que el reproche de haber pensado mal de alguien  sin siquiera saber si lo merecía tortura la razón hasta el desconcierto.
  • “ No.” - Finalmente dijo - “ Bueno, si. Pasó algo muy grave con uno de mis empleados.  De todos modos, nosotros ya habíamos termimado, verdad? “ -
Raúl creyó sentir alivio al comienzo de la frase, pero después, el creyó que el mundo se le caía encima. Toda su esperanza de conseguir por una buena vez un puesto estable y respetable, que le permitiera mantener decentemente a su familia parecía desvanecerse frente a él. Su sonrisa finalmente se apagó. No era oportuno, de todos modos, sonreír en el cierre de esta presentación como lo hacía habitualmente.
_ “ No se preocupe m’hijo” - Le dijo Doña Erlina al notar le susto que se estaba hechando Raúl. - “ El puesto es suyo” - 
Raúl no pudo contener su alegría, algo que luego se reprocharía y usaría la imagen de este momento en cada oportunidad que lo necesitara, como herramienta de su memoria para recordarle que no tenemos la vida comprada, que día a día es imprevisible y que por esta misma razón hay que saberla vivir. Mientras, como reflejo a algo que ´l había hecho o dicho, Doña Erlinda hizo una señas raras con sus dos manos, para que se callase. Cuando finalmente se compuso he intentó agradecer a Doña Erlinda disponiéndose a saludarla con otro firme pero cordial apretón de manos, ella lo detubo.
  • “ Pero que hace? “ - Dijo ella, no con muy buen humor - “Usted comienza a trabajar conmigo hoy mismo” - 
Llamó a su secretaria usando el mismo teléfono rojo que interrumpió la entrevista y le pidió que la disculpara con todos los demás postulantes, que le había surgido una emergencia; ella misma los volvería a llamar para concertar una nueva entrevista.
Raúl, que sabía que eso nunca iba a pasar mientras el viviera, se preparó para recibir las primeras órdenes de su nueva jefa.
  • “ Necesito que me lleve a buscar a mi hija a la Universidad. No creo poder manejar en este estado y Mauricio tiene un almuerzo de negocios al que no debe fallar.
  • “ Perdone que me entrometa” - Dijo Raúl - “ Pero, pasó algo muy grave? Hay algo que yo pueda hacer para ayudar?” -
“ - Ya se lo dije. Va a tener que manejar. Quiero ir a buscar a mi hija a la Universidad. Me acaban de informar que a nuestro chofer lo atropeyó un tren anoche y recién esta mañana pudieron identificarlo.

Sunday, October 2, 2011

MAQUILLAJE DEL CORAZON - CAPITULO CINCO


El chofer que llevaba a Camila a la Universidad no había aparecido ese lunes por la mañana y no sabían nada de él. Doña Erlinda se había enfurecido ya que casi lo consideraba de la familia; haberle hecho esto justo ese día, en el que debería estar en la empresa temprano para organizar las entrevistas. Era muy raro que él no apareciera a trabajar, y ni una llamada de teléfono, eso era demasiado raro tratándose de Francisco, pero él, últimamente estaba muy raro de todas maneras, notó Doña Erlinada, si hasta le había pedido una buena suma de dinero por adelantado: será por eso que había desaparecido? Su furia, cada vez que pensaba que Francisco podría llegar a hacer algo así la torturaba demasiado, y seguía pensando distintos escenarios por los cuales él no había aparecido a trabajar ese lunes por la mañana. De todos modos, no le quedó más remedio que llevar ella misma a su hija a la Universidad. Le podría haber pagado un taxi, pero quién confiaba en los taxistas en estos días. Una oleada de misteriosos asaltos a taxis con pasajeros había invadido la ciudad y de ellos, los taxistas siempre parecían salir ilesos y listos para contar la historia en la TV, pero ese no era necesariamente la suerte de los pasajeros, algunos de ellos desaparecidos.
Camila hubiera llamado a una de sus amigas que ya manejaba, pero su madre se opuso, muy poco tiempo manejando por esas calles de Dios, ella apenas la conocía a la chica y lo más importante, Doña Erlinda odiaba pedirle favores a la gente, eso de pedir ayuda a último momento cuando uno está en aprietos . . . bueno, odiaba pedir ayuda en general. Siempre decía que - “ Si vamos por la vida pidiendo ayuda constantemente, no lograremos nada por nosotros mismos” - y era así como quería educar a su hija; independiente y confiada en sí misma, capaz de superar cualquier obstáculo y sin deberle favores a nadie. - “Mira con la gente que pide favores, un buen día desaparecen cuando uno más los necesita, como el chofer, el Francisco este” - Y diciéndo esto, marcó el número de teléfono en su celular una vez más sin éxito; su llamada fué contestada inmediatamente por un contestador automático. - “ Y esto me pasa por contratar a recomendados, se te hacen los confiables y después, mirá como te pagan; siempre los recomendados terminan siendo los peores, los menos agradecidos y te colocan en una posición desagradable y absolutamente incómoda con el amigo o colega que te los ha recomendado, en este caso los hermanos Roda, esos que son los dueños de los Perfumes Cascabeles. Francisco había sido chofer de ellos, hasta que se habían visto en la obligación de recortar presupuesto, ya que una mala inversión los había dejado al borde de la bancarrota y a punto de perderlo todo; bueno, eso es por lo menos lo que ellos dicen” - Doña Erlinda recordó, mientras hablaba, que los hermanos Roda no habían cambiado para nada su estilo de vida como correspondería a quienes están pasando por momentos económicos difíciles; seguían siendo los mismos fanfarones de primera línea que siempre fueron, haciendo constante alarde de su dinero y de sus mujeres. 
Doña Eerlinda había contratado a unos cuantos de sus empleados por recomendaciones de amigos, y de colegas también, pero más de amigos; de ellos confiaba más sus recomendaciones que en las de sus colegas; y así y todo, “ - No eran ninguna garantía de que te duren” - Decia. El caso de Francisco había sido en circumstancias especiales.
Y así, protestando todo el camino, creyendo que su hija la escuchaba, sentada a su lado con los auriculares de su I-Pod a todo dar, llenando sus oídos de Lady Gaga para no escuchar las quejas de su madre, llegaron a la Universidad y se despidieron con un beso en la mejilla.
Doña Erlina adoraba a su hija, quién había crecido muy rápidamente y casi sin ella darse cuenta. Camila se parecía a su madre. No, realmente se parecía a su padre. Bueno, no; en realidad tenía un poco de los dos. Ojos celestes como los de su madre, cabellos castaño claro con grandes ondas como los de su padre, una piel de seda como la de su madre, cuando era joven claro y razgos casi perfectos que surgiron de esa combinación de sangres europeas, de las más nobles, no de rango, pero sí de pureza.
Camila era noble y no tenía malicia. - “Muy joven todavía” - Decía su madre. - “Ya la vida le va a enseñar” - Pero en el fondo, Doña Erlinda sabía que su hija era un tanto especial en ese aspecto, buenaza como ya no se las podía encontrar en chicas de su edad, tanto así que las monjas pensaron que llegaría a ser una de ellas cuando iba a comenzar la secundaria y en el momento en que se lo comentaron a Doña Erlinda, ella creyó que esa era la perfecta oportunidad para cambiarla de colegio.
Estudiante de Bioquímica y modelo por excelencia de las publicidades de la firma, Camila había cambiado radicalmente de ambiente desde su pase a la nueva escuela. Clases de ballet, danza contemporánea, modelaje, canto y actuación. También tomó clases de piano desde que fué muy niña, haciéndo que pudiera graduarse justo antes de terminar la secundaria.
Camila era ahora una preciosa mujer. Fué idea de su propia madre el seleccionarle a ella para que sea la imagen de su línea de cosméticos  y los resultados desde que el hermoso rostro de Camila comenzara a aparecer  en las cajas, estuches, pomos, frascos, posters y todo lo que tuviera que ver con Maquillaje Del Corazón, habían sido fantásticos.Su madre estaba muy orgullosa y Camila lo sabía. Se ruborizaba de pena cada vez que su madre hablaba del logro de su imagen y la ponía en evidencia en frente de viejos conocidos e inclusive mucho peor frente de los nuevos conocidos, ya era más obvio como su madre la celaba en todo momento como su propio logro, una preciada joya más que se disponía a poseer para toda su vida.

Thursday, September 22, 2011

MAQUILLAJE DEL CORAZON - CAPITULO CUATRO

Erlinda estaba sentada frente al espejo de su cómoda como todas las mañanas a las seis en punto, contando sus arrugas. No eran tantas y casi nadie las veía con excepto de ella. Su rutina consistía en darse una ducha tibia con el jabón antibacterial que prometía no secar su piel sino humectarla y mantenerla siempre fresca y radiante, con una fragancia jóven que duraría todo el día. Ella misma había seleccionado los componentes años atras y su firma había crecido en gran medida gracias a él, especialmente cuando se lo había incluído en paquetes combinado con otros productos de la línea de Maquillaje Del Corazón.
Doña Erlinda no era fea y había sido muy atractiva de jóven, según lo recordara Don Mauricio de tanto en tanto, pero no tenía una gran autoestima cuando se trataba de su propia belleza. 
Se había casado muy jóven y siempre, desde que recordara, había trabajado. Comenzó un día, cuando todavía era una niña y su madre se encontraba preparando una torta en la cálida cocina en una mañana de invierno como esa. Ella se había ofrecido a ayudarla y su madre le dió ese bowl de porcelana gigante cubierto de flores pintadas a mano que todavía conservaba después de todos estos años, como una de esas reliquias familiares que se atesoran para siempre. Era el bowl que había marcado el comienzo de su vida en este negocio sin que ella lo supiera entonces, cuando batía los seis huevos que su madre había roto meticulosamente con un solo golpe en el borde y abriéndolos con un sola mano los hacía caer dentro del bowl. Su inexperiencia  llena de yemas y claras, manitos y cara sucia riéndose junto a su madre sin parar. Ella notó que lo que estaba en sus manos y en su cara le estiraban la piel al secarse, sintiendo las áreas afectadas más tensas y entonces le preguntó a su mamá: - “Si las claras estiran la piel cuando se secan, porqué no te pones un poco en la cara?
Su madre, dura como si todas las yemas y claras del mundo hubieran bañado su cuerpo antes de secarse, no supo que contestar y por unos segundos se mantuvo callada. No sabía si reírse por la ocurrencia, enojarse por la insolencia o celebrar la creatividad de su hija. Pero luego de una pausa finalmente se decidió: - “No, esto es comida, no maquillaje y es para satisfacer al corazón como todo lo dulce, no al espejo”-
Erlinda, después de pensar por un breve momento en lo que su madre había dicho, levantó el tenedor con el que estaba batiendo los huevos dejando caer un chorro bizcoso, lenta pero firmemente de regreso al bowl y miró a su madre a los ojos: - Maquillaje Del Corazón entonces!” - “Y sí” - contesto su madre, nuevamente sorprendida y devolviéndole la mirada con dulzura a su hija - “Maquillaje Del Corazón”
Pero Erlinda ya era terca y obsesiva desde niña y su madre sabía muy bien que aquello era solo el comienzo. Su hija seguiría experimentando con la idea y con los huevos de gallinas, patos y codornices y todos los que pudiese robar de la cocina cuando ella se descuidara; así la había descubierto ya varias veces, con su juego de bioquímica que le habían traído los reyes magos dos años atrás, inventando fórmulas con harina, dulce de leche y mayonesa . . . mucha mayonesa. 
Huevos con sal, huevos con azucar, huevos con miel, todas las posibles combinaciones y a la cara. Hasta que finalmente se creyó lo suficientemente lista y preparada como para probarla y de una buena vez, corregir las arrugas en el rostro de su madre; una pasta especial hecha con claras de huevo de pato, miel y harina de maiz refinado. Era la hora de probar su magica fórmula y que mejor chanchito de la India que su propia madre  en la que se había inspirado para prepararla. Asi que esa noche, cuando su padre se había ido a jugar al truco con sus amigos y ellas se quedaron solas contando cosas de mujeres y Erlinda preparó su unguento y se lo colocó a su madre en la cara.
Las dos se divirtieron como nunca, antes o después de esa noche, ya que la madre de Erlinda moriría de un infarto pocos meses después. Ella siempre recordaría a su madre, siempre apoyándola e incentivándola, especialmente durante esas horas, en esa noche mágica en la que su madre, después de casi media hora apenas podía mover su cabeza, pero no debía moverse de todos modos, decía Erlinda, para que la crema funcionara. Y ese pasticho parecía estar trabajando, ya que su madre encontraba que la piel de su rostro se sentía más tensa que nunca, pero cuando intentaba quedarse quieta y seria, ninguna de las dos podían contener la risa por más de un minuto, y luego se ponían serias nuevamente, endureciendo sus facciones, tratando de contener la risa que estallaría incontrolablemente. Asi, hasta que la cara de la madre de Erlinda se había endurecido tanto que ya no podía soportar la dichosa mascarilla.
Para sacarse esa pasta de la cara, la madre de Erlinda tuvo que usar un jabón de barra, el mismo que usaba para fregar ropa, pero para su sorpresa, no sabía si por la mascarilla o por el jabón, su cara había quedado mucho más suave y hasta se podría decir que mucho más sedosa. Cuando su madre se lo comentó, Erlinda, tocándole suavemente la cara con sus manitas inocentes, le dijo: - “Y estos son los resultados de Maquillaje Del Corazón.
Doña Erlinda recordaría toda su vida, como su madre contestó esa noche a sus ocurrencia, con solo una sonrisa de ternura.

Wednesday, September 21, 2011

MAQUILLAJE DEL CORAZON - CAPITULO TRES



Raul Espósito se subió al tren, que había esperado como media hora porque estaba retardado. Alguien se había lanzado delante de él la noche anterior y se demoraron horas en sacar los pedazos de entre las vías y las ruedas, terminando justo antes del rush hour, y Raúl creyó que esto era señal de buena suerte ya que llegaría justo a tiempo a su entrevista. El iba vestido con lo mejor que tenía; Un traje Armani de seda gris que había comprado con una tarjeta de crédito que nunca se terminaba de pagar, zapatos de cuero negro italianos comprados con la misma tarjeta y un portfolio, también de cuero negro que alguien le había regalado al graduarse y que, su entonces novia, cuestionaría cada vez que recordara el incidente. 
Llevaba consigo la muestra de sus mejores trabajos, sus mejores diseños, pero más que eso, llevaba la actitud ganadora que había aprendido en esos últimos años en la Universidad, cuando era el único en su división en trabajar y cobrar por sus trabajos, y cobrar bien, muy bien, a medida que aprendía.
Su aspecto de galán por supuesto que no actuaba en su contra, por el contrario. Sus presentaciones eran más atractivas que un capítulo de telenovela y él había aprendido a elegir sus clientas y conquistarlas desde ese primer apreton de manos al presentarse, firme pero caballeroso y seductor. A su prolijo corte de pelo negro que enmarcaba un perfecto canvas con dibujados ojos azules, lo ayudaban su perfume: una rara combinación entre uno muy fuerte que había heredado de su padre y un pequeño rocío del de su esposa. Nadie sabía distinguir cual era esa misteriosa fragancia que las encantaba y que él solo usaba en momentos muy especiales, como el de ese día lunes.
Las puertas del tren se abrieron justo delante de él, quizás otra señal. El entró con paso firme y seguro y apresuró su alta figura hacia el interior donde se sentó en el único asiento doble desocupado, junto a la ventana. Detrás de él y como todos los lunes, el resto de los que habían esperado impacientemente por ese tren  entró como manada hasta ocupar quizás el mismo  lugar que ocuparían el resto de la semana, para no perder la costumbre. El aciento a su lado permaneció vacío por unos pocos segundos después que él se sentara ya que un muchacho de aspecto trabajador, como casi todos los demás, menos él, se sentó a su lado.
Todos en el tren, entonces  se dió cuenta, tenía ese aspecto de lunes a la mañana: agotados. Como agotados lucían también los que estaban sentados frente suyo. Todos parecían pertenecer a la misma empresa o a la misma familia. No era que estubiesen uniformados, no, era su aspecto. Ropa gastada, zapatos sin lustrar, hasta casi despeinados; un aspecto totalmente descuidado . . . y ese olor. No estaba seguro de dónde venía; si era el que recién se había sentado a su lado, que era jóven pero el que lucía con aspecto más descuidado que los mayores y que había adoptado en su asiento como una posición de abandono. O quizás era el que estaba frente a él, ya mayor, y que cabeceaba al ritmo de la locomotora. O el otro al lado del viejo, de edad incalculable y de piél mucho más oscura. Raúl los miraba a todos de reojo y con desconfianza, tratando de adivinar de dónde vendría ese jodido olor, una mezcla de bolsas de papas en mal estado y pasto húmedo y sucio. Pero ninguno parecía sucio, no lo entendía. Quizás era la mezcla de los olores de la pobreza de todos ellos juntos en un ambiente cerrado pero no estaba seguro y le repugnaba el solo pensar que olor se penetrara en su traje, en su pelo, en su piel. Le reventaba que no lo dejaba ni concentrarse en la presentación que debería  realizar en su entrevista de trabajo.
Había dejado su casa después de tomar el desayuno con su mujer que literalmente lo mantenía. Carla era peluquera, manicura y maquillista; o maquilladora de las estrellas, como se hacía llamar por publicidad. Cuando no trabajaba en su casa, tenía un casamiento, una fiesta de 15 o una novela que pagaba muy bien; siempre estaba ocupada y es así como pudo costear la carrera de Raúl. 
Su bebé había sido una bendición, ya que los mantuvo unidos hasta el casamiento, pero su vida ahora se limitaba a trabajar para mantener el hogar y cumplir un papel para el que no solo no había sido preparada, sino que la rutina y los desvelos que venían con él le marcaban la cara que como pergamino envejecía a diario.Al comienzo no se notaba que ella era mayor que Raúl, pero ahora, con el chico de dos añitos divinos pero jodiéndole la vida, sí se notaban. Su rubio ya no era natural, y ni siquiera podía atender a sus clientas sin maquillaje como lo hacía al comienzo, cuando recién casados y el embarazo hasta le sentaba bien. Pero ahora no lucía ni se sentía la misma. Su cintura ya no lucía bien con sus vestidos de soltera, y ni pensar en los pantalones, que después del nacimiento de Ariel, hacían lucir su cuerpo como si el bebé se hubiese olvidado el pan que supuestamente traen los bebes debajo del brazo dentro del cuerpo de su madre, para siempre. Carla ya ni se sentía atractiva, ni con deseos y a Raúl parecía no importarle, ni siquiera esos pocos días en los que vendía o finalmente cobraba un proyecto por muy buen dinero y pagaba niñera, la llevaba a cenar y hacían el amor como la primera vez. Todo duraba una noche, y luego otra vez la rutina. Raúl seguiría ocupado tratando de conseguir otro trabajo y gastando el resto del dinero que produjo el anterior en lograrlo, entrevistándose con distintas clientas y pagando almuerzos, cenas, cafes y tragos; pero volviendo la mayoría de las noche sólo con agotamiento y sin mas ganas que de irse directo a la cama, a dormir hasta el día siguiente en que se levantaba y volvía a salir emperifollado como listo para filmar una nueva escena de su propia película, mientras que su esposa volvía a prepar el desayuno a él y la leche con cereales para su hijo Ariel.
Y Raúl volvía a sobresaltarse despertándose nuevamente a la realidad,una nueva oleada de olor y sudor lo invadían hasta casi producirle nauseas. Sopló malhumorado mirando a sus compañeros de asientos, como recriminando por el olor, pero todos lo ignoraron y quizás hasta creyeron que estaba algo loco al verlo asi vestido y viajando en ese tren atestado de gente, gente olorosa que parecían pertenecer a otro mundo, un mundo al que Raúl se prometía a si mismo, día a día, jamás pertenecer y seguir en su busqueda, hacer lo que fuera necesario para no tener que volver a viajar en ese tren nunca jamás; y dejar de hacerlo lo antes posible. Pero hoy por hoy no tenía dinero para taxi. Hasta llegó a pensar que esos pobres y olorosos obreros que viajaban ese día en ese tren, quizás tuvieran más dinero que él, que no trabajaba.
Con gran alivio llegó a destino. Después de todo había tenido suerte en conseguir asiento en el tren un lunes por la mañana antes de que se llenara de gente, gente   que viajaba parada por horas quizás todas las mañanas. Si él hubiese tenido que viajar parado hasta su traje su habría arruinado antes de su entrevista. 
Salió del tren con el tiempo suficiente como para caminar despacio hacia el lugar de la cita. Desde la estación ya se podía ver. Un enorme cartel con mucho más enorme mal gusto mostraba unos labios rojos gigantescos, como arrojando un beso a los peatones en la acera y soplando a la vez sobre una mano igualmente enorme, de donde se desprendía una especie de polvo rosado que leía: “Maquillaje Del Corazón”.

Tuesday, September 20, 2011

MAQUILLAJE DEL CORAZON - CAPITULO DOS

Pablo y Tina se habían mudado a una casucha ubicada en los improvisados barrios marginales, al costado de la ruta que los separaba visiblemente de la gran ciudad, con sus magnificos modernos rascacielos recién construídos durante el boom de  constructión en la euforia edilicia que había invadido al mundo entero en los últimos años que ahora, sin razón aparente, se había paralizado, dejado edificios a medio construir y muchos de los terminados casi vacíos.
La desición surgió de repente como todos esos cambios bruscos en sus vidas que parecían ser inevitables y con los que se dejaban llevar sin resistensia y casi con alibio, pero con una agria sensación de que podría haber sido mejor, de que como no habían logrado algo mejor, de que porqué ellos. Pero cuando ambos, ya sin trabajo, habían agotado toda posibidad de vivir desentemente y tuvieron que abandonar el departamento que rentaban desde hacía casi diez años. Tina seguía cosiendo, pero sus clientas regulares, las que le habían llevado su ropa para reparar, esas que ella lograba modificar una y otra vez, hasta quizás tres o cuatro transformaciones según pasaba la moda o se iban desgastando el los lugares comunes. Era un ingreso seguro para Tina que ya no tendría, ya sus clientas no la visitarían de este lado de la ruta, en el barrio marginal. Tina sabía que mudarse a ese lugar sería no volver jamás a una vida normal. No había retorno. Ya no tendría más clientes que necesitaran su creatividad y maña para lograr esos nuevos modelitos con ropa vieja y surcida; en este lugar, ella ya había visto, todas se vestían con lo que le regalaban o encontraban en la basura, no había ninguna necesidad de vestir mejor ni de prosperar para nadie, nadie tenía un centavo para pagar a una surcidora y mucho menos a una modista, y la mayoría hasta rara vez se bañaba. Asi que Tina ahora deberia arreglárselas como las demás, buscando en la basura de la ciudad, no solo para vestirse, sino también para sobrevivir.
La casucha que encontraron, estaba hecha con pedazos de lo que alguna vez había pertenecido a un vagón de ferrocarril, con parches para unir lo que habia sobrevivido a un incendio. No estaba ni siquiera pintada, solo parchada para proteger a sus habitantes de la intemperie. Pablo hizo lo que pudo cuando sus contactos le avisaron que una casucha estaba disponible desde que habían matado a unos ilegales que tuvieron problemas con traficantes de drogas, un trabajo muy mal hecho y por el que les habían hecho pagar muy caro. Estuvo abandonada por más de veinticuatro horas, asique era ahora o nunca le dijeron, esos lugares se ocupan enseguida cuando los desesperados se enteran, y el estaba desesperado. Le dijo a Tina que ese era el momento de abandonar el departamento; nunca lograrían ponerse al dia con meses de renta atrasada y no podían desaprovechar esta oportunidad.
No había mucho que empacar, porque la casucha era como la décima parte en tamaño de departamento que ocupaban, asi que lo que no se podía llevar se vendía por lo poco que le podrían dar, se regalaba a los pocos amigos que le quedaban o se abandonaba el ese departamento en el que habían amontonado casi diez años de historia y recuerdos viviendo juntos.
Tina llegó a darse cuenta, mucho después, que en ese corre corre de salir apurados para que los dueños no supieran a dónde se iban, habían olvidado las fotos de casamiento en el último cajón de una cómoda vieja a la que no tuvo tiempo de revisar; recordaba que la humedad había ensanchado los cajones y que casi fue imposible abrirlos la última vez que las vió, hacía un par de años. Pero ya era muy tarde; parte de su historia juntos se había perdido en ese departamento para siempre, como así también la esperanza de volver a vivir decentemente. Ella estaba segura que a partir de ese momento no se podría volver para atrás.Pablo, por lo contrario, no había perdido las esperanzas de que los malos tiempos que les estaba tocando vivir pasarían pronto. El había visto como unos cuantos de sus amigotes, con los contactos necesarios, habían sabido como desempeñarse en medios ilegales pero bien remunerados y estaba dispuesto a todo para volver a resurgir y salir de la espantoza pobreza en la que había caído desde que lo despidieran de la fábrica de calzados años atrás más recientemente, con el corte de horas de trabajo en la distribuidora de leche pasteurizada que se iría a la bancarrota de un momento a otro. Fué entonces, y en ese mismo lugar, donde hizo los contactos que lo ayudarían a encontrar  la casucha justo a tiempo y un trabajito para un tipo que ni conocía, pero que le ayudaría a llegar a fin de mes con casa y comida; a pesar de todo, se sentía de suerte. 
“Lo importante” - le habían dicho sus amigotes, era - “hacer el trabajo que le pidieran ligero, limpio y mantenerse callado; nunca preguntar ni por qué, ni para qué, que cuando menos pregunta, Dios perdona” - 
Lo primero que debería hacer era, dentro de la misma fábrica para la que había logrado trabajar un par de horas aquí y un par de horas allá, desarmar, envalar y mudar unas máquinas empacadoras y casi cincuenta computadoras nuevas que la empresa había adquirido, nadie sabía por qué, en el medio de la crisis y que se decía todavía se debían. Llevaría todo a un depósito detrás de esa casa de familia donde ya había llevado algunos muebles y muchas otras cajas anteriormente. Esa casa parecía cerrada, como abadonada también, pero él sabía mejor. Sabía que cada vez que hiba había alguien espiándolo desde adentro, siguiendo cada paso que daba, viendo como se desenvolvía en la tarea que le habían encargado. Y Pablo se desenvolvió muy bien. Todo fué sacado de la fábrica de noche, como le habían pedido, antes que unos compradores, una vieja rica y el que parecía su amante fueran a visitarla y decidieran comprar lo que quedaba de la desvalijada fábrica, que por lo que él había visto, después de sacar todas las máquinas nuevas, no era más que un edificio viejo y un montón de equipo obsoleto e inservible.
Pero a Pablo no le importaba; lo único que él quería en ese momento era recibir el pago cuando la vieja y el tipo ese se fueran, asi como se lo habían prometido, si todo salía bien, y largarse del lugar para conseguir la siguiente changa o curro como le decían sus amigotes a estas oportunidades únicas que salían así de repente, cuando el fraude, la corrupción o el robo a lo grande necesitara de una mano especializada como la suya para hacer el movimiento, una ayuda que él sabria brindar y callar.
Antes de media mañana, ya esa gente se había ido, pero no fué hasta casi antes de las siete de la tarde, antes de cerrar las puertas definitivamente, en que finalmente lo llamaron a él y le dieron solo parte de lo prometido. Parte porque su misión no había concluído ahí, no había terminado la transacción le dijeron, y el nuevo jefe quería asegurarse que él no se iría y dejara el trabajo a medias antes de cerrar la operación que, se enteraba ahora, consistía también en la venta del equipo escondido a otra compañía. Pero eso se llevaría a cabo durante la semana, ahora era muy tarde y ellos debían irse a cumplir con ese otro cliente, así lo había mandado el jefe.
Sorprendido ante cuanto este nuevo jefe esperaba de él, pregunto, como algo que creía natural - “ Y quién es este nuevo jefe” - Pero ninguno pareció escuchar la pregunta y sus amigotes saludaron de forma un poco extraña, se fueron acercando a la salida y entre dientes uno le preguntaró - “ Haz entendido que en este negocio no hay que hacer preguntas, verdad? “ - El hizo señas que sí con la cabeza antes de que cabiera alguna duda. Y mirando de costado para saber que Pablo los seguía, fueron saliendo del lugar.
- “Me pasan a buscar mañana? ” - preguntó Pablo.
- “Tu estate listo que te avisamos. Y recuerda: De esto ni una sola palabra a nadie, y mucho menos a Tina.

Monday, September 19, 2011

MAQUILLAJE DEL CORAZON - CAPITULO UNO


Make-Up suele estar rodeado de glamour. Un mundo donde la belleza es parte del estilo de vida y donde todo debe moverse y actuar de acuerdo con esta belleza. Hasta los envases de cada producto son cuidadosamente diseñados para presentar, más que un producto, un concepto de belleza. Teams of artistas y diseñadores, se pasan horas y hasta días y meses, dependiendo del producto, antes de concluir un prototipo. Si este prototipo debe ser presentado a una mesa evaluadora, a los directivos de una empresa, el proceso puede ser más complicado, tedioso y sobretodo, mucho más lento, en el caso de una compañía multinacional puede llegar a demorarse años. Pero este no era el caso de “Maquillaje Del Corazón”, por lo menos no hasta ese siniestro día en que todo cambió.
Camila había sido la cara bonita de la empresa y por consiguiente de la línea joven, desde que comenzó la escuela secundaria. En ese entonces, sus padres recién comenzaban a comercializar en grande y el marketing fué incluído en las campañas de lanzamiento, más que por gusto, por necesidad. Don Mauricio no estaba de acuerdo con las payasadas comerciales, como él solía llamarlas, pero Doña Ernilda sabía que esa era la receta para el futuro de su compañía. Y como “Maquillaje Del Corazón” era una empresa familiar donde el que firmaba los cheques era Don Mauricio, pero la que tomaba las deciciones y tenía la última palabra era Doña Erlinda, las cosas se hacían como ella mandara, y el marketing no era una excepción.
Fué idea de ella el contratar a Raúl Expósito como Marqueting Director  cuando apenas había egresado de la Universidad. Como toda compañía nueva, no podían darse el lujo de contratar a una firma publicitaria o de marketing de renombre que les cobraría un ojo de la cara para organizarles las campañas publicitarias, quizás hasta miles de dólares por adelantado y de las otras, Doña Erlinda no quería ni oír hablar; le parecía que esas pequeñas productoras de commerciales råpidos para TV hacían spots vulgares y todo lucía de bajo costo y barato, y en esto Don Mauricio estaba de acuerdo con ella. Claro, que para él, todos los comerciales eran basura y una gran perdida de tiempo; en ese aspecto Doña Erlinda debía ser más persuasiva para demostrarle a su marido cuán importante el marketing era en el mundo de la moda. Raúl, además de ser el único creativo de la compañia, ayudaría con los diseños de los estuches, frascos, paquetes de presentación, logos y todo lo que hasta ahora estaba pura y exclusivamente en manos de Doña Erlinda, quién se jactaba antes su marido de haber conseguido esta gran logro por monedas, un módico salario, al principio por lo menos. Raúl se había aparecido con un portfolio de presentación que había entusiasmado tanto a Doña Erlinda, que después de su primer entrevista con Raúl, mandó a cancelar sus otras veinte citas con otros tantos candidatos potenciales. Raúl fué contratado en el acto con un maneje de Doña Erlinda haciéndole firmar un contrato supuestamente muy prometedor para un joven recién egresado como él y sin darle tiempo a examinarlo, ni leerlo siquiera, y que Raúl, en ese ambiente económico tan inestable, no dudo ni un minuto en firmar.
Raúl comenzó a trabajar en una oficina improvisada en el cuarto  donde se reunían todos los lunes para repartir tareas y hablar de proyectos en general, el conference room 
como Doña Erlinda lo llamaba, imitando a sus colegas del país del norte, que sí tenían conference room como así también marketing department.
Raúl comenzó un lunes temprano y lo primero que hizo fue sacar una pequeña mesada, counter como le decía Doña Erlinda, una cocinita y hornillo-tostador, el horno microndas, un refrigeradorcito y las cafeteras: las dos, la del café americano y la del café cubano o expreso; en cajas se pusieron las tazas, los vasos, platos y cubiertos. Todo fué a parar al depósito de atrás, temporalmente. No fueron pocos los empleados que se sorprendieron cuando vieron que ya no había lugar para poner sus lunches o preparar el coffee de la mañana. El conference room ya no era conference room ni break room como otros lo llamaban. Ahora tenía el gran vidrio de la puerta cubierto con un papel de seda blanco con pequeños loguitos de “Maquillaje Del Corazón”, el mismo logo que años atrás había creado Doña Erlinda a mano, y en el centro un cartel improvisado en una hoja de tamaño oficio, pero con muy buen gusto, que decía: Marqueting Department. Esa fué la primera señal de que el ambiente familiar de “Maquillaje Del Corazón” desaparecería para no volver y así, ser reemplazado por una tendencia hacia el manejo de la empresa con pretenciones corporativas y cada vez más frías y menos familiares.
De este modo, los rumores acerca de Raúl Espósito comenzaron a circular por la empresa mucho antes de que nadie lo haya realmente conocido. Que de dónde había salido, que la Doña lo habia descubierto no se en donde, que habia algo raro entre él y la Doña, que cuidadito de no hablar mal de él y sobre todo delante de la Doña y hasta alguno llegó a insinuar que si eran amantes, que estaba acomodado y que ni Don Mauricio podía decir nada malo de él. Todos pasaban callados y cabizbajos por delante de la puerta del ex-conference room / ex-break room mirando de reojo como queriéndo adivinar que era lo que estaba pasando ahi adentro.
No fué hasta el medio día en que Doña Erlinda finalmente salió del nuevo Marqueting Department y comenzó a buscar por toda la empresa a su marido que parecía haber desaparecido ese lunes sin dejar rastro, cosa rara para Don Mauricio, ya que todos los lunes era él el que repartía la mayoría de las tareas a los empleados y organizaba la semana bajo la mirada afirmativa de su esposa que solo interrumpía si Don Mauricio se equivocaba en alguna directiva o asignaba a un empleado con el que Doña Erlinda no estaba de acuerdo y entonces decía: “Que te parece si se lo asignamos Tal en ves de a Cual para ver como se desempeña esta vez? Cual está muy atareado de todos modos, verdad querido?” - Ante lo cual Don Mauricio sabía que no tenía más remedio que complacer al pedido. De no ser asi, si todo iba bien y como Doña Erlinda lo había planeado, era ella la quien siempre terminaba la reunión interrumpiendo a su marido cuando ya había terminado, pero se dilataba y estiraba la charla con los empleados hablando hasta de cosas personales con ellos y de ellos, que nada tenían que ver con la firma, y ella entonces decía: Muy bien querido, la verdad que yo estoy de acuerdo. Porque no vamos a hacer tal o cual cosa entonces? o Porque no vamos adelantando con tal o cual proyecto asi todos pueden volver a sus tareas habituales? No es cierto? Y asi todo el mundo sabía que el break se había terminado y que Doña Erlinda los mandaba a todos de regreso al trabajo. Asi era como funcionaban los Biscontti, asi era, hasta ese lunes donde todo cambió definitivamente.
Pero dentro del Marketing Department, Raúl estaba convenciéndo a la “vieja” , como el la llamaría en sus circulos privados, pero nadie en “Maquillaje Del Corazón” lo sabría, acerca de una transacción en la que deberían comprar una flotilla de reparto de leche pasteurizada que había quebrado.
La idea era sencilla: Se firmaría un contrato de distribución exclusiva con las pequeñas camionetas de leche pasteurizada, o carritos como se los llamara entonces, que se había ido a la bancarrota. Doña Erlinda ya había persuadido a su marido para que comprara el cincuenta y uno por ciento de la compañía, ayudara a liquidar los bienes pasivos de esta, se deshiciera de la fábrica por partes aprovechando que casi todos los empleados ya se habían ido o no trabajaban en relación de dependencia y así convertir el lugar en depósito para “Maquillajes Del Corazón”. Como el edificio de la fábrica estaba especialmente construído para mantener una temperatura fría, el lugar era ideal para almacenar los cosméticos. Y los carritos solo deberían pintarse con los nuevos diseños que Raúl crearía especialmente para ellos con sus creaciones para “Maquillajes Del Corazón” dándoles un look mucho más moderno y utilizandolos a la vez para promocionar las nuevas líneas que se fueran lanzando al mercado. - “ Mucho más de lo que realmente necesitamos” = había protestado Don Mauricio; pero Doña Ernilda ya tenía su plan en mente y le fascinaba coincidir con las ideas de Raúl desde el principio, cosa que a Don Mauricio lo estaba comenzando a poner de mal humor, cosa que nunca antes había sucedido. Y este era el caso en ese día lunes, en el que había preferido quedarse en casa y tomarse su día libre hasta que Raúl estuviera completamente instalado. Claro que eso, los empleados de “Maquillaje Del Corazón” tampoco lo sabían.
Mientras tanto, Doña Ernilda y Raúl Espósito estaban preparando los deals o contratos para distribuir los maquillajes, no solo los de su firma, sino también los de la competencia a los que les habías hecho una oferta imposible de resistir, con una ventaja en los costos del reparto y distribución que “Maquillajes Del Corazón” absorvería. A partir de estos contratos, la mayoría de las empresas, esas que se dedicaban a la fabricación o distribución de líneas de cosmeticos muy pequeñas como para poder disponer de su propia flota de distribución, estarían dependiendo de “Maquillaje Del Corazón” y de este modo, Doña Erlinda estaría en control de la competencia; claro que esto último ella no se lo había dicho a nadie, no a su marido, ni siquiera a Raúl que había sido el originador de la idea de la compra.
A las doce en punto finalmente se habrió la puerta del Marketing Department y Doña Erlinda salió acompañada de Raúl Espósito para reunirse con todos los empleados como cada vez que tenía un anuncio importante. Pero esta vez, a falta de conference room se había improvisado ubicando unas mesas en el centro de la sala de empaque. Doña Erlina había pedido mover las cajas y la mercancía hacia los costados con anticipación y allí estaban todos los empleados ya reunidos alrededor de las improvisadas mesas, esperando las noticias.
Todos notaron la ausencia de Don Mauricio, pero ninguno se atrevió a preguntar que había pasado. Esa era la primera vez que él no asistiría a una reunión importante como esta, pero definitivamente, no la última.